miércoles, 13 de octubre de 2010

Tormentoso viaje...

El viaje fue muy bien, las tres horas de vuelo se pasaron rápido y las turbulencias no eran como para preocuparse ¿Dónde está la pega? En que el afán por sacar dinero de cualquier sitio de la compañía aérea que escogimos llega a unos límites insospechados y acaba molestándote de lo descarado que es.

Al salir del aeropuerto de Reus tuvimos la suerte de que no nos miraron el equipaje de mano. Nosotros cumplíamos con todas las normas de peso y tamaño, pero muchos viajeros, no, y pasaron al avión tan felizmente. Así que me arrepentí de no haberme llevado cuatro cosillas por miedo, pero es algo con lo que no se puede jugar si no estás dispuesto a pagar sobrepeso (cosa que le ocurrió a nuestra compañera de piso, que como su bolso medía cuatro centímetros más tuvo que pagar 35€).

Para empezar, en estos vuelos no reservas asientos, sino plazas, así que, si no te das un poco de prisa en embarcar, puede que tú te sientes en una fila y tu acompañante en la otra punta del avión. Hay que decir que, como sabréis, la compañía ofrece un embarque prioritario por el módico precio de 4€, pero que, visto lo visto, no sirve para nada, porque solo te colocan al principio de la cola antes de subir, y si alguien te pasa por delante, adiós tu prioridad, como ocurrió con un hombre que caminaba con muletas y al que la gente ignoró por completo yendo más rápido que él para subirse primero.

Ya sentados, con los cinturones de seguridad abrochados, los motores en marcha y las instrucciones dadas, el avión empezó a despegar.

Aún a 45º de inclinación, las azafatas comenzaron casi a trepar por el pasillo arrastrando el carro con snacks y bebidas. Luego fueron comidas calientes (incluyendo la tan "típica" paella con chorizo), más tarde perfumes y relojes, regalos, cigarrillos de vapor de agua "ideales para fumar a bordo" e incluso lotería... Y después de todo, vuelta a empezar.

Fueron tres horas de continuas ventas, mensajes por megafonía y música ambiental nada tranquila para animar las compras. Vamos, que nuestra idea de descansar en el avión después de la noche en vela fue imposible de realizar.

Pero bueno, finalmente llegamos al Aeropuerto de Poznań-Ławica. Antes de aterrizar vimos el precioso paisaje que teníamos bajo los pies, la ciudad anocheciendo a pesar de que eran poco más de las 7 de la tarde, las luces iluminando la lluvia que caía... y nos pareció encantador.

Las maletas estaban sanas y salvas, no faltaba ni sobraba nada. Salimos del aeropuerto, pedimos un taxi y llegamos al hotel. Y allí, otra vez nerviosos... pero eso en la próxima entrada ;)

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