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jueves, 6 de enero de 2011

Regalo de Navidad II

(continúa, I parte)

El segundo día (27/12) fuimos a visitar las minas de plata de Tarnowskie Góry, más divertidas que las minas de sal de Bochnia, a las que fuimos hace un tiempo. Pudimos ver cómo trabajaban los mineros de los siglos XVI-XIX.

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La sala de plata

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Carlos agachando la cabeza para no hacerse daño ;)

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Una de las enormes salas

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Vagones para transportar la plata y los desechos

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También dimos un paseo subterráneo en barco

La visita nos gustó mucho, tuvimos un guía muy simpático, un señor mayor que nos relató todos los detalles del trabajo en la mina, nos explicó curiosidades y contaba chistes para que no nos aburriéramos. Disfrutamos mucho de su compañía.

Cuando acabamos, nos dirigimos al monasterio de Jasna Góra (monte claro) en Częstochowa, donde se encuentra la famosa Czarna Madonna (Virgen Negra).

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Unas de las entradas al Monasterio

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Mosaico de la Virgen de Częstochowa

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El gran órgano en la capilla de la Virgen

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La imagen venerada

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Ofrendas de los fieles cubren todas las paredes

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Después de visitar diversas estancias del Monasterio, fuimos a comer y regresamos a Tarnowskie Góry, en donde nos esperaba una actividad nueva. Pero antes, nos calentamos al calor del fuego, mientras esperábamos a más gente:

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Interior del Pałac Kawalera (demasiado frío para las fotos del exterior)

Y aquí estamos, preparados para la aventura y muertos de frío: ¡un paseo en trineo! Solo que en vez de caballos, renos o perros tirando de él, nos llevaba un tractor.

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Tenemos las sonrisas congeladas, nos costaba hablar y todo...

Lo "divertido" era estar en el último trineo porque era donde más se sentían los movimientos y porque de vez en cuando volcaba, pero cuando nos tocó a nosotros lo pasamos muy bien hasta que finalmente acabamos en el suelo y Carlos cayó encima de mi rodilla, lo que me dejó un moretón enorme que aún no se ha ido. No quisimos repetir y le dejamos el sitio a más gente, jaja.

Volvimos a casa reventados y nos fuimos a dormir. Al día siguiente (28/12) teníamos que estar frescos...

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Jugando con la reina de la casa

...porque nos fuimos a hacer snowboard a Eslovaquia. Estuvimos en el PARK SNOW Veľká Rača, en las montañas Kysucké Beskydy y la verdad es que fue un gran día, aunque no íbamos muy preparados. ¿Ya podemos decir que estuvimos en Eslovaquia? Mmm... Yo creo que no cuenta.

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Preparados para la acción

Pasamos allí todo el día y volvimos a casa de Agnieszka a punto para cenar, preparar el equipaje y coger el tren de medianoche de vuelta a Poznań. Antes de eso, nos hicimos fotos con la familia porque queremos conservar la memoria de estos días para siempre.

La verdad es que no esperábamos pasar por una experiencia tan gratificante y todo lo que nos llevamos de esta familia son buenos recuerdos. Agnieszka casi no nos conocía y, al saber que los cuatro pasábamos las Fiestas en Polonia, decidió invitarnos para que no estuviéramos solos. Nos abrió las puertas de su casa y su familia hizo todo lo posible porque nos sintiéramos a gusto con ellos, y así fue. Es lo que decía de los polacos: cuando te dejan entrar en sus vidas, lo hacen de corazón.

miércoles, 5 de enero de 2011

Regalo de Navidad I

El 25 de diciembre nos despertamos tarde porque, aunque la noche anterior no habíamos salido de casa, estuvimos hasta tarde comiendo y hablando con nuestras familias. Mientras Carlos, Patricia, Héctor y yo almorzábamos las sobras de Nochebuena recibimos un regalo en forma de invitación: Agnieszka nos proponía pasar unos días con ella en su pueblo; así que al día siguiente (26/12) nos levantamos pronto y cogimos un tren dirección Tarnowskie Góry.

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Yo, como siempre, durmiendo.

El viaje fue agotador, pero después de unas horas llegamos a nuestro destino.

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Agnieszka y su perrita (no sé cómo se escribe su nombre...)

Ella fue a buscarnos a la estación y nos llevó a su casa, en donde sus padres nos estaban esperando con la mesa puesta para disfrutar de una comida típica navideña. Todo estaba riquísimo, su madre cocina de maravilla y su padre nos dio a probar nalewka casero; charlamos con ellos mediante traductor (Aga y su hermana Paulina), señas y una mezcla rara de idiomas (inglés, alemás, polaco, español...).

Después de comer, nos llevaron a visitar diferentes palacetes de la ciudad, algunos convertidos ahora en restaurantes u hoteles:

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Mi primera caída del día captada por Carlos.

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La mansión de Henckel von Donnersmarck

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Y se fue poniendo el sol a partir de las 16:30, como de costumbre...

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El palacio de la familia von Warkotsch

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Más tarde fuimos a conocer el centro de la ciudad, a calentarnos un poco con vino caliente y acompañamos a Agnieszka a la iglesia:

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Iglesia luterana

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El ayuntamiento

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Luego cenamos y salimos a tomar algo y a conocer a sus amigos, pero volvimos pronto porque yo estaba agotada y al día siguiente nos esperaba un día completo.

(Continuará)

jueves, 9 de diciembre de 2010

La gente y nuestro piso

Una de las primeras sensaciones que recordamos al llegar a Poznan fue la amabilidad de todas las personas con las que nos encontramos.

Como contaba en la entrada anterior, Agata vino a buscarnos al hostal, nos enseñó cómo funciona el tranvía, nos acompañó hasta el piso y nos hizo de traductora para la firma del contrato. Todo con una sonrisa y haciendo que nos sintiéramos muy a gusto. Cuando le abrí la puerta de la habitación, enseguida se inclinó (es altísima y yo enana) y me dio dos besos, cosa que aquí no se suele hacer a los desconocidos; me dijo que sabía que los españoles éramos así porque había estado conviviendo con unos cuantos el año anterior y que a ella le encanta nuestra espontaneidad.

Cuando Dorota, la dueña del piso, nos abrió la puerta, nos saludó con un "¡Hola, hola!", como lo sigue haciendo cada vez que la vemos. Nos había preparado un pastel y magdalenas y nos ofreció café para desayunar. También nos había comprado agua, leche, pan, té, fiambres, etc. para que pudiéramos tener algo que comer el primer día.

Al salir del piso para ir a buscar las maletas, nos encontramos con Alberto, la persona que nos ayudó a encontrar nuestra residencia en Polonia y que vive en nuestro edificio con su novia polaca, Karolina, a quien conoció mientras los dos realizaban su Erasmus en Italia. Esa misma noche salimos a tomar algo con ellos y con el hermano de Alberto, que estaba visitándolos. Nos parecieron también personas muy agradables y amistosas desde el primer momento, y es genial tener gente así tan cerca.

Cócteles
Los cócteles del primer día, ¡deliciosos!

En general, los polacos son gente muy reservada. Quizá tu vecino no te saluda cuando te lo encuentras por las escaleras, o la dependienta del mercado te atiende con cara seria, pero cuando entablas algún tipo de relación con ellos, cuando ya te conocen, son personas muy amables, simpáticas y generosas.

Y en cuanto al piso, nos encantó. El edificio por fuera es muy viejo y no está cuidado, como la mayoría de viviendas en Polonia. Según nos dijeron, el gobierno no proporciona subvenciones ni existen las comunidades de vecinos tal y como las entendemos nosotros, así que las fachadas y zonas comunes se van dejando por no haber dinero y/o acuerdo entre los vecinos, lo cual es una lástima porque la arquitectura de los edificios es preciosa. Pero por dentro cada uno cuida su casa, así que nos sorprendió muchísimo el lugar donde íbamos a vivir durante los siguientes cinco meses.

La casa es enorme, tiene tres habitaciones gigantes, cocina, baño, salón y trastero. Todo exterior. Estaba recién rehabilitada y pintada (con colores alegres, para que no nos amargue el invierno, jeje) y nos encontramos con todas las comodidades. En la habitación tenemos un sofá cama muy confortable, una mesa con sus cuatro sillas, una estantería, dos cómodas y un armario. Y estaba preparada con nórdicos, sábanas, mantas, toallas... Vamos, ¡que no necesitamos nada más! Así que ese mismo día nos instalamos.

Nuestra habitación
Así encontramos la habitación (luego cambiamos cosas y la personalizamos un poco)

Y estuvimos un par de semanas solos, hasta que llegaron nuestros compañeros de piso, Patricia y Héctor. Pero eso es otra historia ;)