jueves, 9 de diciembre de 2010

La gente y nuestro piso

Una de las primeras sensaciones que recordamos al llegar a Poznan fue la amabilidad de todas las personas con las que nos encontramos.

Como contaba en la entrada anterior, Agata vino a buscarnos al hostal, nos enseñó cómo funciona el tranvía, nos acompañó hasta el piso y nos hizo de traductora para la firma del contrato. Todo con una sonrisa y haciendo que nos sintiéramos muy a gusto. Cuando le abrí la puerta de la habitación, enseguida se inclinó (es altísima y yo enana) y me dio dos besos, cosa que aquí no se suele hacer a los desconocidos; me dijo que sabía que los españoles éramos así porque había estado conviviendo con unos cuantos el año anterior y que a ella le encanta nuestra espontaneidad.

Cuando Dorota, la dueña del piso, nos abrió la puerta, nos saludó con un "¡Hola, hola!", como lo sigue haciendo cada vez que la vemos. Nos había preparado un pastel y magdalenas y nos ofreció café para desayunar. También nos había comprado agua, leche, pan, té, fiambres, etc. para que pudiéramos tener algo que comer el primer día.

Al salir del piso para ir a buscar las maletas, nos encontramos con Alberto, la persona que nos ayudó a encontrar nuestra residencia en Polonia y que vive en nuestro edificio con su novia polaca, Karolina, a quien conoció mientras los dos realizaban su Erasmus en Italia. Esa misma noche salimos a tomar algo con ellos y con el hermano de Alberto, que estaba visitándolos. Nos parecieron también personas muy agradables y amistosas desde el primer momento, y es genial tener gente así tan cerca.

Cócteles
Los cócteles del primer día, ¡deliciosos!

En general, los polacos son gente muy reservada. Quizá tu vecino no te saluda cuando te lo encuentras por las escaleras, o la dependienta del mercado te atiende con cara seria, pero cuando entablas algún tipo de relación con ellos, cuando ya te conocen, son personas muy amables, simpáticas y generosas.

Y en cuanto al piso, nos encantó. El edificio por fuera es muy viejo y no está cuidado, como la mayoría de viviendas en Polonia. Según nos dijeron, el gobierno no proporciona subvenciones ni existen las comunidades de vecinos tal y como las entendemos nosotros, así que las fachadas y zonas comunes se van dejando por no haber dinero y/o acuerdo entre los vecinos, lo cual es una lástima porque la arquitectura de los edificios es preciosa. Pero por dentro cada uno cuida su casa, así que nos sorprendió muchísimo el lugar donde íbamos a vivir durante los siguientes cinco meses.

La casa es enorme, tiene tres habitaciones gigantes, cocina, baño, salón y trastero. Todo exterior. Estaba recién rehabilitada y pintada (con colores alegres, para que no nos amargue el invierno, jeje) y nos encontramos con todas las comodidades. En la habitación tenemos un sofá cama muy confortable, una mesa con sus cuatro sillas, una estantería, dos cómodas y un armario. Y estaba preparada con nórdicos, sábanas, mantas, toallas... Vamos, ¡que no necesitamos nada más! Así que ese mismo día nos instalamos.

Nuestra habitación
Así encontramos la habitación (luego cambiamos cosas y la personalizamos un poco)

Y estuvimos un par de semanas solos, hasta que llegaron nuestros compañeros de piso, Patricia y Héctor. Pero eso es otra historia ;)

No hay comentarios:

Publicar un comentario